CALABACINES SANCOCHADOS



Hoy traigo una receta que es de cocina popular y antigua y seguramente es propia de cualquier lugar de campiña y huerta. No sería en Arcos de la Frontera el primer lugar donde la comí, lo que sí es de Arcos, es el nombre. Fue aquí donde primero, y únicamente además, oí denominar como calabacines sancochados a este guiso de calabacines, que no por sencillo está menos rico. Es una de mis comidas favoritas.

En Arcos lo he oído llamar tanto sancochados como chancochados. Sancochar es un sinónimo de cocer, pero por definición es de cocer a medias, dejando la comida medio hecha y sin sazonar. Se ajusta a esta preparación ya que el calabacín debe quedar entero, sin deshacerse por demasiado blando, como sucedería con una cocción más prolongada. Eso sí, sazonarlo, yo no lo dejo sin sazonar.

Lo curioso es que en Arcos a los calabacines se les llama topines. No tengo claro si es a los que se cogen tiernos, antes de que doblen su tamaño y son los que se suelen encontrar en el mercado, o a los que se deja crecer en la mata. Quizá por mi desconocimiento, llamo topines a los grandes, sean blancos o verdes, y calabacines a los pequeños.



Hace unos días compré unos calabacines, más bien topines por su tamaño, en La Huerta de Faín. Me traje también de ahí unas cebollas y algunas cabezas de ajo. Los ingredientes para preparar los calabacines sancochados que tanto me gustan.



RECETA  DE CALABACINES SANCOCHADOS

Ingredientes:

Calabacines o topines
Cebolla
Ajo
Laurel
Aceite de oliva
Sal y pimienta molida

Para cocinarlo:

Corté una cebolla medianita, una vez pelada, en juliana fina.

Dos dientes de ajo pelados, en láminas.

Había comprado calabacines blancos y verdes. Tomé para el guiso uno blanco. Lo lavé bajo el chorro del grifo y lo pelé ligeramente.

Partí el calabacín a dados, con sus semillas.

Calenté un poco de aceite de oliva en una cacerola y sofreí la cebolla y el ajo a fuego mínimo. Lo justo para dejar pochada la cebolla.

Agregué a la cacerola una hoja de laurel y los calabacines. Removí para que se impregnaran del aceite.

Añadí un vaso de agua caliente. Lo sazoné con sal y pimienta. Eché un poquito de colorante amarillo de cocina.

Ya solo me quedaba dejarlo cocer a fuego mínimo durante unos 15 o 20 minutos.

Así de sencillo. Es un plato popular, barato, sencillo de hacer y ligero de digerir.


    
Receta: De Nuestra Tierra a la Cocina
Texto y Fotos: Lola Esquivias

Comentarios

  1. Es un placer echar ratos en tu blog porque muchas de sus recetas las haces exactamente igual que las hago yo y como se hacían en Gerena (Sevilla), otras tienen el mismo nombre pero se hacen diferente como la Boronía pero sobretodo " la comida " se hace exactamente igual, yo la hago cada vez menos pero me encanta y recuerdo que de pequeña se solía comer de noche igual que el puchero con su pringá y lo curioso es que no pasaba nada y además los adultos y niños estábamos más delgados que ahora.
    Cuánto daño ha hecho tanta televisión y tanta vida ociosa o delante de un ordenador, los tiempos cambian para bien en unas cosas y para mal en otras.
    Saludos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario